Un buen amigo y compañero músico me preguntó en estos días acerca del reto de brindar mis clases de manera virtual. Mi respuesta fue inmediata y muy directa:
“Ha sido la temporada donde he logrado el mayor progreso vocal que he conseguido con mis estudiantes en todos mis años de enseñanza”.
Me miró entre escéptico y perplejo y se aventuró a hacerme la pregunta que generó en mi una profunda reflexión: ¿Por qué?
No tuve respuesta ni explicaciones concretas.
Aunque he encontrado muchos factores que ha traído consigo este tiempo que pueden haber cooperado en esa dirección.
Tenemos mas tiempo, mayor enfoque, menos distracciones, mas valoración del talento y nuestra comisión…. Cualquiera de ellas o todas las anteriores.
El tiempo en que nos restringieron, es el tiempo en que nos tocó hacer fuerza de vuelta para liberarnos y continuar. Y en ese ejercicio, no solamente descubrimos cuan fuerte somos, sino también cuan fuerte es nuestra comisión, nuestro llamado.
Y respondimos….
Entonces lo siguiente fue pensar en otro por qué distinto al de mi amigo: ¿por qué nos hacen falta circunstancias inusuales, retantes, precarias, para conseguir aquello que queremos, que aspiramos, que debemos realizar y que nos merecemos?
En el ejercicio de encontrar una razón por la que, en la mayoría de los casos, preferimos esperar para actuar "cuando no nos queda de otra", encontré 3 INDICADORES muy sencillos y simples pero que jamás había IDENTIFICADO como posibles IMPEDIMENTOS para disponernos a perseguir y conseguir aquello a lo que aspiramos.
1. Actúo con INDIFERENCIA-
Sabemos que tenemos un propósito, algo que realizar pero muchas veces preferimos ignorarlo...
Es triste escuchar personas en etapas de edad avanzada resintiendo no haber prestado atención a deseos que ardían fuertemente en su corazón. Expresan con pesar argumentos como: “no tenía tiempo, recursos, facilidades o simplemente, no me atreví, me dio miedo…”
Soy de las que creo que venimos a este mundo con un propósito, una comisión que está instalada en nosotros, en nuestro ADN. Creo firmemente que esta comisión está íntimamente ligada a nuestra plenitud y felicidad.
Entonces hay que prestar atención. Generalmente tu propósito tiene que ver con ese algo que te apasiona, te causa alegría y satisfacción, te hace sentir pleno. Búscalo y cuando lo identifiques, OCÚPATE y persíguelo no lo trates con INDIFERENCIA….
2. Me creo INCAPAZ-
Muchas veces, luego de que encuentras aquello que te apasiona y comienzas a perseguirlo, se presentan dificultades o retos en el camino que demandarán un mayor esfuerzo de tu parte. Eso es parte del encanto.
Si persistes en el trayecto, te harás más fuerte, más capaz, maximizarás tus talentos. Entonces, cuando el momento lo demande, esfuérzate. “No te cantes pelao’ ”. Recuerda que cuando te comisionaron también te armaron con las herramientas y las capacidades para cumplir con tu propósito.
3. Me siento INMERECEDOR-
Hay quien no se atreve a emprender porque siente que no merece.
La manera en que te concibes a ti mismo va a determinar el modo en que te comportas. Por eso es importante tener clara tu comisión, pero también tu valor. Para que puedas impulsarte con la seguridad de lo que fue depositado en ti y la gran importancia que tiene para alcanzar a muchos. En esa valoración de tu comisión conseguirás también valorarte. Pero en la valoración de quien eres puedes asegurar la efectividad de lo que haces.
Entonces, te comparto el requisito INDISPENSABLE, en mi experiencia, para lograr valorarme y valorar mi comisión: el “Perfecto Amor”. Ese que “echa fuera mis temores” y hace que me vea de la manera que me vio quien me dio comisión y propósito. Solo de esa forma puedo actuar en congruencia con el propósito por el cual fui creada. No me limita lo que muchas veces pienso que soy, cuando recuerdo lo que fui llamada a ser…
“Tengo el poder de mi Voz y no es un poder mío,
No es para mi.
Solo alcanza su propósito
si puedo ayudar
a que otros encuentren
la alternativa del Amor,
la Fe, la Esperanza...”
E. Larracuente
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